lunes, 29 de junio de 2020

EL HOMBRE Y SU LLAMADA A VIVIR EN FAMILIA



Cuando nos referimos a la familia, imaginamos a un grupo de personas felices bajo un mismo techo, comprometidos con la educación, el cuidado de todos sus miembros,  un lugar ideal para forjar los valores que posteriormente se transmitirán a la sociedad.

La vocación del hombre a vivir en comunidad está fundada en sus raíces más profundas, «No es bueno que el hombre este solo», dice Dios en las primeras páginas del Libro sagrado (Gen. 2,18).

Una familia está compuesta por individuos que se relacionan, es un espacio vital donde se va formando el carácter y ciertos principios para el buen desenvolvimiento de la persona en la sociedad:
De la familia nace el honor del nombre y el linaje del apellido, que es preciso guardar y honrar, porque representan la unidad de lo más visceral e íntimo, cual es participar de la estirpe, o sea, de la misma sangre. A la familia va asociado el hogar. El llamado techo es el lugar en el que se cobija la familia[1].

 Es importante resaltar que los valores se viven en casa y se transmiten dando ejemplo. Para que todo lo que decimos se concrete es fundamental la acción de los padres, porque los hijos se vuelven exigentes y, además, si logran aprender obedeciendo a sus padres, pueden dar verdaderas lecciones de cómo vivirlos en los más mínimos detalles.

De allí que es importante comprender a la familia como célula originaria de toda la sociedad, fuente de valores humanos y cristianos, porque la familia surge de una relación interhumana básica, que es la conyugal, y desde esa experiencia es capaz de dar base sólida a toda la formación como fuente y raíz primera de la formación humana y cristiana. 

Importante es comprender que el valor nace y se desarrolla cuando cada miembro de la familia asume con responsabilidad y alegría el papel que le corresponde, procurando el bienestar de todos, la felicidad y el desarrollo de los demás.

Aparte de transmitir vida, la tarea de educar es otro deber esencial de los esposos. En esta tarea, los padres deben poner particular cuidado en formar a los hijos en los valores esenciales de la vida humana, entre los que se encuentra la libertad ante los bienes materiales; frente a los males, se debe comportar con austeridad y mucha sencillez.

La familia ha sido considerada la primera célula de formación del hombre en cuanto que en ella se van forjando las etapas de su vida. Ya hacíamos anteriormente alusión a la familia en cuanto de ella nacen los ciudadanos y estos encuentran en ella la primera escuela de las virtudes sociales que necesitan todos los ciudadanos para una sana competencia laboral, social y el esfuerzo para que a todos se trate y facilite el material humano o espiritual para sobrevivir y cumplir sus funciones en la sociedad.

El Directorio de la Pastoral familiar de la Iglesia en España (21- XI - 2003) describe a la familia como fuertes trazos sociales: “La familia es la primera sociedad natural, la célula primera y fundamental de la sociedad”.

De la Tesina "LA FAMILIA COMO ESCUELA DE VIRTUDES HUMANAS Y DE CARIDAD CRISTIANA"

Mgtr. Carlos Peralta

[1] FERNÁNDEZ, A; “Diccionario de teología Moral”,  ed. Monte Carmelo, España. Año 2004. Pág. 578-579.

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